Reflexiones sobre la República de los trabajadores
La II República Española de1931 representó una modernización completa de todo el sistema político, económico y social de la secularmente atrasada España. Pero cabe preguntarse ¿Por qué la República introdujo las transformaciones políticas y sociales que figuran en la constitución de 1931?, ¿Por qué la derrocaron?, ¿Por qué, actualmente, más de 80 años después, la II República sigue ignorada, cuando no denostada? La respuesta reside en su mismo enunciado: “España es una República democrática de trabajadores de toda clase y se organiza en régimen de LIBERTAD y de JUSTICIA” (título preliminar. Disposiciones generales, articulo I). De la definición de “República Democrática de trabajadores de toda clase” se deriva la justicia que otorgaría a los trabajadores, sus derechos nunca respetados y la dignidad perdida, puesto que a ningún ladrón le gusta que le arrebaten el botín, lo que explica que el capitalismo nacional e internacional pusiese en marcha toda su maquinaria explotadora para erradicar, no solo su implantación, sino hasta su mismo ejemplo.
Una futura República de trabajadores exigiría primeramente la abolición de todas las leyes represivas del franquismo, posteriormente sancionadas de facto por la Constitución del 1978, desde la implantación de una Monarquía designada por el Dictador, la promulgación de una amnistía, previa a la Constitución, para librar de la justicia a los asesinos franquistas, la no rehabilitación de los juzgados por los ilegales Tribunales Militares, la impunidad de los crímenes físicos, económicos y sociales de los golpistas, convertidos en “demócratas de toda la vida”, y el mantenimiento en el poder de una minoría, poder usurpado, pero poder actuante contra una mayoría explotada mediante leyes antisociales, una educación discriminatoria controlada por la iglesia católica así como por los medios de comunicación sometidos a los poderes empresariales y políticos que, por ocultación y deformación, desprestigian la idea misma de la República. Materialmente, la élite económica ostenta la propiedad de todos los medios de producción, el control financiero, el control de los medios de comunicación mediante una legislación que sanciona como legales sus intereses.
Por tanto, una República de trabajadores exige una transformación completa del sistema capitalista vigente. Pero la situación histórica actual con la pertenencia de España a la Comunidad Europea y a la OTAN hace inviable la transformación política y económica que exigiría poner en práctica las medidas, que pretendía implantar la II República y que por tanto, desde dentro e internacionalmente, abortaron de forma sangrienta.
¿Cómo puede constituirse una República de trabajadores sin eliminar la propiedad privada de los medios de producción, sin la nacionalización de la BANCA, sin la salida de la OTAN, como base del resto de transformaciones que de ellas se derivan, en la que los trabajadores ocupen un lugar en todos los estamentos de la sociedad sin discriminación de clase? Dado que la consecución inmediata o a muy corto plazo de esto resulta imposible en la actual situación de dominio capitalista internacional, parece lo más operativo crear primeramente una autentica conciencia social y de clase en la clase obrera que exija la recuperación de todos los derechos laborales y sociales que les han sido arrebatados y posteriormente las condiciones sociales hacia la justicia y la igualdad. Este primer paso es indispensable para conseguir una rápida cura de urgencia social, para salvar la situación de precariedad de un gran sector de la sociedad y proseguir hacia una transformación revolucionaria contundente, hacia la meta de una República, pero no imposible.
Este movimiento de liberación habrá de ser, como se está realizando en la actualidad: tendrá que ser obra de las masas populares sin dejar en ningún caso, el protagonismo a partidos políticos y sindicatos que ya han dado pruebas de su demagogia y apoyo a los gobiernos socialdemócratas y neoliberales. La República de trabajadores será obra del pueblo concienciado o no será.
Un pueblo consciente de lo que enseña la historia de España y de la URSS no debe esperar más que los capitalistas consientan la democracia y la república. El capitalismo se ha vuelto un régimen imperialista cada vez más reaccionario. Por esta razón, la clase obrera es el único baluarte seguro para las masas populares. Los sectores más cultos de entre los oprimidos deben dejar de someterse a la propaganda anticomunista y prestar la ayuda necesaria a la población obrera para que recupere su conciencia y su organización de clase. El movimiento del proletariado hacia el socialismo contribuirá decisivamente a hacer de España una República democrática.