El Partido Bolchevique decide la insurrección. Acta de la reunión del 16 de Octubre de 1917.
Desde la llegada de Lenin a Rusia y del lanzamiento de sus Tesis de Abril, se pone sobre la mesa la necesidad de la toma del poder por parte del proletariado y de los campesinos pobres. Después de las ‘jornadas de Julio’, el VI Congreso del Partido Bolchevique, ratifica las propuestas de Lenin sobre la necesidad de la insurrección. Lenin no puede asistir al Congreso por la orden de detención que pesaba sobre él por parte del Gobierno de Kerenski, y es Stalin quien presenta el informe principal y es el principal defensor de la táctica leninista.
Desde Abril se producía dentro del Partido la lucha de líneas entre una línea conciliadora con el Gobierno, los oportunistas y el parlamentarismo, y la línea revolucionaria de la toma del poder. El Congreso no zanjó esta lucha de líneas que continuó, frenando los conciliadores la toma de decisiones prácticas para llevar a cabo los acuerdos del Congreso.
La vuelta de Lenin a Petrogrado abrió el camino de la Revolución. En la primera reunión del Comité Central a la que pudo asistir (el 10 (23) de Octubre de 1917), después de un duro debate, se aprueba una resolución determinante a propuesta de Lenin:
“El Comité Central reconoce que tanto la situación internacional de la revolución rusa (sublevación de la flota alemana, manifestación extrema del progreso de la revolución socialista mundial en toda Europa y amenazas de una paz imperialista, con el fin de sofocar la revolución en Rusia), como la situación militar (la indudable decisión de la burguesía rusa y de Kerenski y Cía. de entregar Petrogrado a los alemanes), la conquista de la mayoría de los Soviets por el partido proletario, el levantamiento campesino y el giro de la confianza popular hacia nuestro Partido (las elecciones de Moscú) y, finalmente, la evidente preparación de una nueva aventura de Kornilov (alejamiento de las tropas de Petrogrado, concentración de cosacos cerca de Petrogrado, cerco de Minsk por los cosacos, etc.), coloca a la orden del día la insurrección armada.
El Comité Central hace constar que la insurrección armada es inevitable y propone a todas las organizaciones del Partido guiarse por ello y desde este punto de vista discutir y resolver los problemas de orden práctico (el congreso de los Soviets de la región Norte, el alejamiento de las tropas de Petrogrado, las intervenciones de los habitantes de Moscú y de Minsk, etc.)”.
Diez miembros se pronuncian a favor de la decisión [Lenin, Sverdlov, Stalin, Trotski, Uritski, Dzerzhinski, Kollontay, Bubnov, Sokolnikov y Lomov (Oppokov)] y 2 en contra [Zinoviev y Kamenev].
Pero, los conciliadores (principalmente Zinoviev y Kamenev) hacen campaña de propaganda en contra de la resolución, por lo que el Partido se ve obligado a convocar una nueva reunión del Comité Central, esta vez ampliado (16 de Octubre). En ella se ratifica definitivamente la resolución y el Partido se prepara y prepara a las masas para la toma del poder, que al final se lleva a cabo el 25 de Octubre (7 de Noviembre) [en el acta se habla del día 20, fecha prevista para celebrar el II Congreso de los Soviets, que se retrasó hasta el día 25]. Posteriormente Zinoviev, Kamenev y otros, realizan propaganda pública en contra de la decisión (secreta) del Comité Central. Lenin pide su expulsión del Partido, pero los acontecimientos se imponen y los fraccionalistas acaban participando activamente en las jornadas revolucionarias.
El Acta de la reunión ampliada del Comité Central del Partido Bolchevique es un documento fundamental. Describe las diversas opiniones sobre la revolución, las diferentes líneas políticas y cómo se decide de manera definitiva la toma del poder político. Es larga, pero describe un momento fundamental de la historia.
ACTA DE LA REUNIÓN DEL COMITÉ CENTRAL DEL 16 (29) DE OCTUBRE DE 1917.
Presentes: los miembros del Comité Central, de la Comisión Ejecutiva del Comité de Petrogrado, de la Organización Militar, del Soviet de Petrogrado, de los sindicatos, de los comités de fábrica y de taller, del Comité regional de Petrogrado y de los ferroviarios.
Presidente: el camarada Sverdlov.
El camarada Sverdlov propone el orden del día siguiente:
- Informe sobre la última reunión del Comité Central.
- Breves informes de los representantes.
- La situación actual.
- Informe sobre la última reunión del Comité Central.
Lenin da lectura a la resolución aceptada por el CC en la sesión anterior. Comunica que la resolución fue aprobada con dos votos en contra. Si los camaradas que se han opuesto desean hacer uso de la palabra, se puede reabrir el debate. Da los fundamentos de la resolución.
Si los partidos de los mencheviques y los socialistas-revolucionarios hubieran roto con la conciliación, se les podría proponer un pacto. Esta propuesta fue hecha, pero estaba claro que dichos partidos rechazarían ese pacto. Además por ese entonces se veía ya con claridad que las masas estaban con nosotros. Esto sucedió aún antes del movimiento de Kornílov. Para demostrarlo da las estadísticas de las elecciones en Petrogrado y Moscú. El movimiento de Kornílov empujó más decididamente aún a las masas hacia nosotros. Correlación de las fuerzas en la Conferencia Democrática. La situación es clara: o bien la dictadura de Kornílov, o bien la dictadura del proletariado y de las capas más pobres del campesinado. No es posible guiarse por el estado de ánimo de las masas, porque es tornadizo y no se presta a control; debemos guiarnos por el análisis objetivo y la apreciación de la revolución. Las masas dieron su confianza a los bolcheviques y exigen de ellos no palabras sino hechos, una política decidida, tanto en la lucha contra la guerra como en la lucha contra la desorganización. Si nos basamos en el análisis político de la revolución, se verá claramente que hasta las acciones anárquicas lo confirman ahora. Más adelante el orador analiza la situación en Europa y demuestra que allá la revolución es todavía más difícil que entre nosotros; si en un país como Alemania, el asunto llegó hasta una sublevación en la flota, esto demuestra que también allá las cosas han ido muy lejos. La situación internacional proporciona una serie de datos objetivos que nos permiten deducir que, interviniendo ahora, tendremos de nuestra parte a toda la Europa proletaria; demuestra que la burguesía quiere entregar a Petrogrado. Sólo adueñándonos de Petrogrado salvaremos la ciudad. De ello surge claramente que está a la orden del día aquella insurrección armada de que habla la resolución del CC.
En lo que se refiere a las deducciones prácticas emanan de la resolución, es más cómodo hacerlas después de escuchar los informes de los representantes de los centros.
Del análisis político de la lucha de clases, tanto en Rusia como en Europa, surge la necesidad de la política más decisiva, más activa, que puede consistir solamente en una insurrección armada.
- Informe de los representantes.
El camarada Sverdlov, del Comité Central, rinde su informe en nombre del Secretariado del Comité Central sobre la situación en las diferentes localidades.
La extensión del Partido ha alcanzado proporciones gigantescas; puede estimarse que en la actualidad cuenta por lo menos con 400.000 miembros (brinda pruebas).
Del mismo modo, se ha ampliado nuestra influencia, sobre todo en los Soviets (pruebas), así como en el ejército y en la flota. A continuación, comunica hechos concernientes a la movilización de fuerzas contrarrevolucionarias (región del Dónetz, Minsk, frente Norte).
El camarada Boki, del Comité de Petrogrado. Da su informe por barrios.
La isla Vasilevski –no hay espíritu combativo; una preparación militar se está llevando a cabo.
Lo mismo pasa con el barrio de Vyborg, pero allí se preparan para la insurrección; se ha constituido un Soviet militar; en caso de acción, las masas la apoyarán. Estima que la iniciativa debe venir de arriba.
Primer distrito Es difícil apreciar el estado de ánimo general. Hay una guardia roja.
Segundo distrito El estado de ánimo es mejor.
Barrio de Moscú El estado de ánimo revela temeridad. Se lanzarán a la calle al llamado del Soviet, pero no al del Partido.
Barrio del Narva No hay voluntad de acción, pero el Partido nada ha perdido de su autoridad. En (la fábrica) Putilov, los anarquistas se hacen más fuertes.
En Kronstadt, la moral ha disminuido, y desde el punto de vista de la combatividad la guarnición de Kronstadt no vale nada.
El camarada Volodarski del Soviet de Petrogrado. La impresión general es la de que nadie está dispuesto a lanzarse a las calles, pero que todos responderán a un llamamiento lanzado por el Soviet.
El camarada Ravich lo confirma y agrega que varias personas le han afirmado que responderán igualmente a un llamamiento del Partido.
El camarada Schmidt, de los sindicatos. El número total de trabajadores organizados es de más de 600.000. La influencia de nuestro Partido predomina en los sindicatos, pero en los sindicatos de carácter más artesanal nuestra influencia es débil (sobre todo entre los empleados de oficina, los tipógrafos); no obstante, comienza a aumentar asimismo en estos últimos sindicatos en relación con el descontento general creado por la tasa de las tarifas. En cuanto a la moral, no hay que esperar manifestaciones activas, y esto se debe sobre todo al miedo a los despidos. En cierta medida, esta última circunstancia desempeña un papel de freno. Dadas ciertas circunstancias económicas, podemos esperar, en un futuro próximo, un paro colosal; de ello se desprende una moral de expectativa. Todo el mundo reconoce que fuera de la lucha por el poder, no hay otra salida posible. Exigen “Todo el poder para los Soviets”.
El camarada Shliapnikov agrega que en el sindicato de los metalúrgicos la influencia de los bolcheviques es predominante, pero que la idea del levantamiento bolchevique no es popular; los rumores al respecto incluso han suscitado el pánico. La moral de los obreros metalúrgicos es en un mayoría pro bolchevique en todo el país; en todas partes toman decisiones de espíritu bolchevique, pero no tienen conciencia de que podrían organizar ellos mismos la producción. El sindicato tiene por tarea inmediata la lucha por el aumento de salarios. A propósito de esta lucha, el problema del control se verá planteado también.
El camarada Skrypnik, de los comités de empresa. Constata que dondequiera puede notarse una preferencia por los resultados prácticos; no bastan las decisiones. Se siente que los dirigentes no expresan enteramente el estado del ánimo de las masas; los primerosson más conservadores; la influencia de los anarcosindicalistas va en aumento, sobre todo en las regiones de Narva y de Moscú.
El camarada Sverdlov agrega que a propósito de la decisión del Comité Central se ha emprendido en Moscú el estudio de las posibilidades de un levantamiento eventual.
El camarada Moskvin, de los ferroviarios. Los ferroviarios padecen hambre, están irritados; la organización es débil, sobre todo entre los empleados del telégrafo.
El camarada Schmidt agrega que la huelga ha suscitado un cambio entre los ferroviarios. En el centro ferroviario de Moscú, en particular, puede constatarse un espíritu de descontento contra el comité. En general, los centros ferroviarios de Petrogrado y de Moscú se acercan más bien a los bolcheviques.
El camarada Boki. Respecto a los empleados de correos y telégrafos. No hay organización particular. Los telégrafos están en su mayor parte, en manos de los kadetes. Los factores hacen saber que en el momento decisivo lograrán apoderarse de las oficinas de correos.
El camarada Schmidt. El sindicato de empleados de correos es más radical que el de los ferroviarios. Los pequeños empleados son esencialmente bolcheviques, pero los altos empleados no lo son; hay que luchar contra estos últimos mientras tengan en sus manos el sindicato.
3. La situación actual.
El camarada Miliutin piensa que, tomando como punto de apoyo los informes escuchados, habría que elaborar una decisión más concreta. Estima que la consigna “Todo el poder a los Soviets” ha acabado de madurar, sobre todo en provincias, donde hay sitios en que los Soviets detentan efectivamente el poder. En efecto, no es ya cosa de propaganda; en adelante son hechos y no palabras lo que necesitamos. No son la moral ni los boletines, sino únicamente las fuerzas organizadas las que resolverán la cuestión. O damos el primer paso o lo darán nuestros enemigos. La decisión no tiene en cuenta suficientemente las posibilidades de esta segunda alternativa, es decir, no contempla la posibilidad no ya de una insurrección, que supondría una iniciativa por parte nuestra, sino de un conflicto que sería resultado de circunstancias objetivas. Personalmente, el camarada Miliutin estima que no estamos preparados para dar el primer golpe. No podríamos derrocar el poder ni arrestar a los que lo detentan en los días venideros.
Así se abre otra perspectiva que es el conflicto armado; el camarada Miliutin explica que ese conflicto se amplía y que se acerca su hora. Y debemos estar listos cuando estalle. Sin embargo, esta perspectiva no es la de la insurrección. Estima que la decisión debería ser reelaborada en este sentido.
El camarada Schottmann, dice que en la Conferencia y en el Comité de Petrogrado, así como en el Buró militar, la moral era pesimista. Demuestra que no estamos en condiciones de entrar en acción, pero que debemos prepararnos para ello.
Lenin. Polemiza con Miliutin y Schottmann y demuestra que no se trata de las fuerzas armadas, no se trata de la lucha contra el ejército, sino de la lucha de una parte del ejército contra la otra. No ve nada de pesimismo en lo que aquí se ha dicho. Demuestra que las fuerzas que están de parte de la burguesía no son grandes. Los hechos demuestran que somos superiores al enemigo. ¿Por qué no ha de tomar la iniciativa el CC? Esto no se deduce de los datos. Para rechazar la resolución del CC hay que demostrar que no existe desorden económico, que la situación internacional no lleva a complicaciones. Si los dirigentes gremiales exigen todo el poder, comprenden perfectamente qué es lo que quieren. Las condiciones objetivas demuestran que el campesinado debe ser conducido; seguirá al proletariado.
Se teme que nosotros no sepamos retener el poder, pero precisamente ahora tenemos probabilidades especiales de retener el poder.
Expresa el deseo de que los debates sean llevados al terreno del análisis, de la resolución, por tema.
El camarada Krylenko. Destaca que el Buró no ha sido unánime más que en un solo punto: los ánimos están suficientemente caldeados. Si ahora tomáramos una decisión que obligara a anular ésta, cometeríamos un error monstruoso. Nuestra tarea consiste en sostener la insurrección con las armas en caso de que la misma estalle en algún sitio. Pero la moral que se nos acaba de describir aquí es el resultado de nuestras faltas.
En cuanto a saber quién y cómo debe comenzar el movimiento, no está de acuerdo con V. I. (Lenin). Considera que resulta superfluo ahondar desmesuradamente en los detalles técnicos del levantamiento y, por otra parte, estima inoportuno fijarle una fecha exacta. Sin embargo, el problema de la retirada de tropas marca justamente el momento crucial que servirá de base al combate. La conferencia de Cherem (isov) demostrará que la retirada de tropas es necesaria; no podremos negar este enunciado, sin embargo deberíamos responder que , aun cuando ello sea necesario, no se hará, puesto que las tropas no tienen confianza en sus generales: así se inicia ya el ataque contra nosotros y podremos aprovecharlo. No debemos hacer disminuir la propaganda; es inútil, además, preocuparse por identificar quién debe comenzar, puesto que ya hay comienzo.
El camarada Rajia. Demuestra que las masas se preparan conscientemente para el levantamiento. Si el proletariado de Petrogrado estuviese armado, ya se habría echado a las calles a pesar de todas las decisiones que pudiera tomar el Comité Central. Ninguna traza de pesimismo. No hay que esperar la ofensiva de la contrarrevolución, pues esa ya existe. Las masas esperan consignas y armas. Las masas se precipitarán a la calle, pues lo que les espera es el hambre. Aparentemente, nuestra consigna está ya atrasada: hay quienes empiezan a preguntarse si de verdad vamos a hacer aquello para lo cual llamamos. Nuestra tarea no es decidir, sino por el contrario, afirmar nuestra decisión.
El camarada Grigori (Zinoviev). Aparentemente no se siente la decisión como una orden; si no, no sería posible discutirla.
En lo concerniente al fondo de la decisión, no está convencido de que el éxito de la decisión esté garantizado. Primeramente, el aparato de los ferrocarriles y de correos y telégrafos no está en nuestras manos. La influencia del Comité es todavía bastante importante.
La suerte se decidirá desde el primer día y en Petrogrado, pues, en caso contrario, será el desastre. No hay que contar con los refuerzos de Finlandia y de Kronstadt. En Petrogrado, empero, ya no somos tan fuertes como antes. Además, nuestros enemigos poseen un aparato de Estado Mayor gigantesco. Todo el ruido que hemos metido en estos últimos tiempos es un error, aún desde el punto de vista de la decisión del Comité central. Pues, ¿por qué hemos de permitirle el lujo de prepararse? El ambiente en las fábricas es diferente ahora del que había en el mes de junio. Está claro que en la hora actual el ambiente no es el que había sido en junio.
Dicen que nos encontramos en una situación sin salida; creo que la situación todavía no es tan grave. Creo que nuestra actitud respecto de la Asamblea Constituyente es errónea. Evidentemente, no hay que considerarla el Supremo Salvador, pero la Asamblea Constituyente tendrá lugar en un ambiente en extremo revolucionario. Hasta entonces, nos haremos más fuertes. No queda excluida la posibilidad de que constituyamos allí una mayoría junto con los SR. Es imposible que los campesinos tomen una posición vacilante en cuanto a la cuestión de las tierras. He votado por abandonar el preparlamento, pero no creo que esa masa la hayamos perdido para siempre. Habla de las relaciones internacionales y demuestra que debemos dar muestras de la mayor prudencia igualmente en interés del proletariado internacional: nuestra influencia no deja de crecer. La rendición de Petrogrado no tendrá lugar antes de la Asamblea Constituyente. No tenemos derecho a correr riesgos, a jugárnoslo todo a una sola carta.
Propongo: cuando se reúna el Congreso el 20, deberíamos proponerle que no se disuelva hasta tanto no se reúna la Asamblea Constituyente. Debemos adoptar una táctica de defensa y de expectativa, a la que serviría de base la inercia total del Gobierno provisional. No hay que caer en una situación de aislamiento total. La Asamblea Constituyente tampoco nos salvará de la guerra civil, pero constituye una etapa muy importante. Hay que revisar la decisión del Comité Central si ello es posible. Debemos confesarnos redondamente que, en los cinco días venideros, no lograremos organizar una insurrección.
El camarada Kamenev. Hace ya una semana que tomamos esta resolución que nos muestra claramente cómo no debe ser organizada la insurrección; esta semana no se ha hecho nada y el único resultado es el de haber estropeado las disposiciones que habrían debido tomarse. Los resultados de la semana demuestran que no existe, en la actualidad, ninguno de los elementos necesarios para una insurrección. No puede decirse que la resolución no se propusiera más que inspirar esa idea, puesto que exigía pasar de las palabras a la acción. Sin embargo, nada se ha hecho. No poseemos un aparato insurreccional; nuestros enemigos disponen de uno mucho más fuerte, que no ha dejado de desarrollarse, sin duda, en el curso de esta semana. Demuestra que no hemos hecho nada en el trascurso de esa misma semana, ni en el dominio de la técnica militar, ni en el del abastecimiento. Esta resolución no ha hecho más que permitirle al Gobierno organizarse. Toda la masa que, en la actualidad, no está con nosotros se ha puesto de su parte. Los hemos fortalecido en detrimento nuestro. La situación no es más peligrosa que en el mes de julio. Desde el punto de vista social, la crisis ha alcanzado su madurez; no obstante, no existe ningún elemento decisivo que nos obligue a comenzar la acción antes del día 20. Ahora o nunca: así no se plantea el asunto. Más que en eso creo en la Revolución Rusa. Tenemos ante nosotros luchas sociales y con preparar la Asamblea Constituyente no nos estamos deslizando en modo alguno por la vía del parlamentarismo. No somos lo bastante fuertes como para lanzarnos a la insurrección con el convencimiento de vencer, pero somos lo bastante fuertes como para impedir las manifestaciones extremas de la reacción. En este caso, se enfrentan dos tácticas: la del putsch y la de la fe en las fuerzas motrices de la Revolución Rusa.
El camarada Fenigstein. Estima que la insurrección armada es cosa de unos días y no de semanas. Es una posición política con la que está de acuerdo; sin embargo, no está de acuerdo con pasar de inmediato a las bayonetas. Luego demuestra que, desde el punto de vista técnico, no hemos preparado la insurrección. Ni siquiera tenemos un centro. Marchamos, semiconscientes, hacia la derrota. Hay momentos en que, de todos modos, es preciso seguir marchando. Pero si semejante momento no se presenta, hay que intentar completar las cosas desde un punto de vista práctico.
El camarada Stalin. El día de la insurrección debe ser bien escogido. Esa es la única interpretación justa de la resolución.
Puede sostenerse que hay que esperar a ser atacados, pero hay que comprender qué cosa es un ataque: es la elevación de los precios del pan, es el envío de cosacos a la cuenca del Dónetz, etc., todo eso es, ya, un ataque, y, ¿hasta cuándo deberemos esperar si el ataque armado tarda en llegar? Si se siguieran las proposiciones de Kamenev y de Zinoviev, eso no significaría ni más ni menos que darle a la contrarrevolución la posibilidad de organizarse: retrocederíamos sin cesar y perderíamos definitivamente la revolución. ¿Por qué no íbamos a proporcionarnos la posibilidad de escoger el día y las condiciones, a fin de impedirle organizarse a la contrarrevolución? Pasa al análisis de las relaciones internacionales y demuestra que habría que tener más fe. En este caso nos hallamos en presencia de dos líneas: una de ellas tiende a la victoria de la revolución y se apoya en Europa, la otra no cree en la revolución y no se destina más que a desempeñar el papel de la oposición. El Soviet de Petrogrado escogió ya la insurrección cuando se negó a sancionar la retirada de las tropas. La flota ya se ha sublevado, puesto que se volvió contra Kerenski.
El camarada Kalinin. La resolución no llama a entrar en acción mañana, no hace sino desplazar la cuestión del dominio político al dominio de la estrategia, llama a una acción definida. No hay que tenerle miedo al putsch, y hay que tenerlo siempre en mente; no hay que deslizarse por la vía de la lucha parlamentaria, eso sería cometer un error. Tampoco hay que esperar a que se nos ataque, dado que la iniciativa misma del ataque da posibilidades de obtener la victoria.
El camarada Sverdlov. Analiza la resolución. Por una parte, era una orden: pero es verdad que la cuestión, de política que era, ha pasado a ser técnica. Habla de la preparación contrarrevolucionaria. Polemiza con Kamenev, quien estima que la debilidad de la resolución reside en que la misma ha quedado prácticamente en letra muerta. De ello se deduce que hay que efectuar el trabajo con mayor energía. No estamos obligados a estimar que la mayoría esté contra nosotros; por el momento no está con nosotros, pero nada más. En cuanto a Petrogrado, ahí somos fuertes; los junkers no son terribles, sobre todo si tomamos nosotros la iniciativa. En cuanto a la guarnición, no comparte él el pesimismo que se ha manifestado hasta el momento. La relación de fuerzas nos favorece. No hay que anular la resolución, mas una enmienda debe estipular que la preparación técnica debe efectuarse con mayor energía.
El camarada Skrypnik. Si no disponemos de fuerzas ahora, tampoco dispondremos luego de ellas; si no logramos tomar el poder ahora, más tarde la situación no hará sino empeorarse. Dicen que resulta ventajoso no ocupar más que posiciones de defensa -¡es posible! Pero después no tendremos fuerzas suficientes para defendernos.
Los argumentos aquí escuchados no contemplan sino el aplazamiento. No tenemos ninguna garantía de victoria. Aquí repiten los argumentos que los mencheviques y los SR expusieron cuando se les propuso tomar el poder. Hablamos demasiado ahora, en un momento en el que hay que actuar. Somos responsables ante las masas; ellas estiman que si no les damos nada cometemos un crimen. La preparación de la insurrección y un llamamiento a las masas son necesarios.
El camarada Volodarski. Si la resolución es imperativa, ya se ha desobedecido. Si el problema de la insurrección se plantea como cosa inmediata, debemos reconocer con franqueza que no contamos con nada para hacerla. Yo he hecho intervenciones todos los días y puedo aseguraros que las masas han recogido nuestro llamamiento con perplejidad: esta semana acaba de traer un cambio.
Si no existía una corriente en el seno del Comité central que tendiera a degradar la lucha de clases, a llevarla a una lucha parlamentaria, estaríamos en la actualidad preparados para la insurrección, pero no en este momento. El lado positivo de la resolución es el que nos ha obligado a ir a las masas llevándoles una nueva consigna. La resolución debe ser entendida como una orientación hacia la insurrección y no debemos cejar en nuestra preparación técnica.
Una proposición concreta: continuar la preparación técnica y plantear este problema ante el Congreso, sin considerar, sin embargo, que haya llegado el momento.
El camarada Dzerzhinski. Cree que Volod (arski) se equivoca al afirmar que nuestro Partido ha errado al seguir lo que él mismo llama ‘una táctica parlamentaria’. Por el contrario, es el cambio de situación el que nos ha conducido a rectificar nuestra decisión. Hace dos meses todavía subsistían ciertas ilusiones y por eso no se podía plantear la cuestión de la insurrección. Exigir que la insurrección sea preparada minuciosamente desde un punto de vista técnico –he ahí lo que yo denominaría putschismo. Cuando haya insurrección, allí estarán asimismo las fuerzas técnicas. Lo mismo ocurrirá con el abastecimiento.
El camarada Ravich. La anulación de la resolución significaría la anulación de todas nuestras consignas y de toda nuestra política. En efecto, las masas ya han hecho suyo el convencimiento de que la insurrección es inevitable. Si las masas son demasiado revolucionarias, la insurrección comenzará desde abajo, pero podría venir de arriba un llamamiento y nadie nos discute que en ese caso las masas nos apoyarán. No hay que rehusar.
El camarada Sokolnikov. La argumentación de Kamenev carece de persuasión. Nos acusa de haber proclamado nuestra insurrección a voz en cuello. Entonces es un putsch lo que hubiéramos debido de hacer. Nuestra particularidad y nuestra fuerza residen justamente en nuestra manera abierta de preparar la insurrección. Recuerda los sucesos de febrero, cuando tampoco se había preparado nada y la revolución sin embargo triunfó. No podríamos contar con una relación de fuerzas más favorable.
En cuanto a la resolución, era por completo inútil interpretarla como una orden de insurrección. Si resulta que los acontecimientos nos dejan una tregua, atraparemos la ocasión. Puede ser que el Congreso tenga lugar antes de lo previsto. Si el Congreso aprueba la consigna ‘Todo el poder para los Soviets’, tendremos entonces que decidir si vamos o no a hacer un llamamiento a las masas.
El camarada Skalov. Demuestra que para que los Soviets puedan tomar el poder sería preciso que se estableciera una relación de fuerzas apropiada. El poder de los Soviets resolverá el problema del abastecimiento. Nos estamos tornando defensistas; si no tomamos el poder, podría ocurrir que el ejército y la flota nos abandonaran. Habla de la ruptura de los tratados, etc. Cree que no se puede organizar la insurrección antes de la convocatoria (del Congreso) de los Soviets, sino que hay que tomar el poder en el Congreso.
El camarada Miliutin. La resolución ha sido escrita con un ánimo diferente del que acaban de evocar; la comentan como si se tratase de un encaminarse hacia la insurrección. Eso ya se había dicho en el mes de septiembre. Nunca se habla más que del aspecto político y no del aspecto técnico del problema. En lo concerniente a la dirección de nuestra política, nadie la discute. Los que hablan de la insurrección se la imaginan de manera muy primitiva. Hay que tomar el poder primero y derrocar al antiguo régimen, pero es absurdo querer obrar con arreglo a clisés. El hecho de que los días 3-5 (de julio) no haya habido insurrección obró en favor nuestro; si no estalla en este momento, eso tampoco significará nuestra ruina. Esta resolución no debe servir más que para uso interno.
El camarada Ioffe. Demuestra que la resolución no debe ser entendida como una orden de pasar a la acción: es la negación de la antigua táctica, consistente en impedir la insurrección; es reconocer que la insurrección es posible y que es obligatoria en la primera ocasión favorable. Es en esta acepción como resulta justa la resolución. Pero, por otra parte, es falso que el problema sea ahora puramente técnico; todavía hoy, el momento de la insurrección debe estudiarse desde el punto de vista político. El sentido de la resolución es el de aprovechar la primera ocasión favorable para la toma del poder, es por eso que debemos aceptarla.
El camarada Schmidt. Ahora, ya está más claro el problema y ya no hay por qué objetar la preparación de la revolución.
El camarada Diadia (Latsis). Es deplorable que la resolución no tenga aún consecuencias. Estoy convencido de que la resolución será aprobada. He hecho uso de la palabra para aportar una modificación al juicio sobre la moral de las masas. Lo que mejor expresa la moral general es ese entusiasmo con que las masas toman las armas. Nuestra estrategia no es menos extraña. En cuanto a los junkers, ya he dicho que se les puede borrar de la lista.
El camarada L(enin). Si todas las resoluciones fracasaran de este modo, no se podría desear nada mejor. Ahora Zinoviev dice que es preciso renunciar a la consigna ‘el poder para los Soviets’ y presionar al Gobierno. Si decimos que la insurrección está madura ya no hay para qué hablar de conspiraciones. Si políticamente la insurrección es inevitable, hay que considerar la insurrección como un arte. Y por lo tanto, políticamente ya madura.
Precisamente, porque tenemos pan para un solo día, no podemos esperar a la Asamblea Constituyente. Propone confirmar la resolución, prepararse decididamente para la organización y dejar que el Comité central y el Soviet decidan cuándo.
El camarada Zinoviev. Ciertas personas han comparado esta revolución con la del mes de febrero. Esta comparación es errónea, dado que en el mes de febrero el antiguo régimen no disponía de apoyo alguno; hoy, por el contrario, llevaríamos a cabo la guerra contra todo el mundo burgués. No hemos lanzado la consigna de ‘todo el poder para los Soviets’ de manera abstracta. Si, además, el Congreso presiona a la Asamblea Constituyente, esto no puede calificarse de política menchevique. Si la insurrección no se plantea sino como perspectiva, no hay por qué protestar, pero si es una consigna para mañana o pasado, entonces es una aventura. No debemos dar comienzo a la insurrección antes de que nuestros camaradas se reúnan y antes de que hayamos efectuado un consejo.
El camarada Stepanov. La resolución tiene una importancia histórica; la he considerado un barómetro que predice la tempestad. Luego polemiza con Kamenev sobre la falta de abastecimiento.
Además de la conferencia de Cheremisov, la disminución de las raciones de los soldados podría igualmente indicar el momento oportuno para la insurrección.
La situación objetiva evoluciona de minuto en minuto, y esta resolución ha desempeñado un papel decisivo. Nos ha aclarado muchas cosas. Pasa a demostrar que las masas saben ver la diferencia entre el Comité Ejecutivo central y el Soviet de Petrogrado; propone dejar intacta esta resolución como barómetro de la situación.
El camarada Kamenev demuestra que la interpretación actual de la resolución es un paso atrás, dado que antes decíamos que la insurrección debía tener lugar antes del día 20 y ahora hablamos de encaminarnos hacia la insurrección. Ahora bien, fijar la fecha de la insurrección es aventurerismo. Debemos explicar a las masas que no hacemos un llamamiento a la insurrección durante estos tres días, pero que estimamos que la insurrección es inevitable.
Propone pasar a votar la resolución y publicar en el Órgano Central que no hacemos un llamamiento a la insurrección antes del Congreso.
El camarada Skrypnik. Propone hacer un llamamiento a las masas para que preparen la insurrección.
Lenin. Objeta a Zinoviev que no se puede contraponer esta revolución a la revolución de febrero. Sobre lo esencial, propone la siguiente resolución:
“La reunión saluda y apoya en su totalidad la resolución del CC e invita a todas las organizaciones y a todos los obreros y soldados a preparar en todos sus aspectos y de la manera más esforzada la insurrección, y a apoyar el centro creado a este efecto por el Comité Central; expresa, además, la plena seguridad de que el Comité Central y el Soviet indicarán oportunamente el momento propicio y los métodos más convenientes para la ofensiva”.
Zinoviev. Responde a Lenin a propósito de la revolución de febrero. Los dos meses que acaban de pasar no serán motivo de vergüenza para nuestro Partido. En concreto, propone la siguiente resolución:
“No cejar en los trabajos de reconocimiento y de preparación, decidir que a partir de este momento, y hasta la consulta de la fracción bolchevique en el Congreso de los Soviets, toda manifestación es inadmisible”.
La resolución propuesta por el camarada Lenin es sometida a votación: 20 a favor, 2 en contra, tres abstenciones.
La proposición del camarada Miliutin de reemplazar una expresión de la resolución “conflicto armado”, es rechazada.
La enmienda propuesta por el camarada Sktypnik, consistente en rechazar la expresión “expresa su certidumbre”, es rechazada.
Enmienda propuesta por el camarada Fenigstein: reemplazar “ataque” por “inicio de la lucha”. Rechazada.
Enmienda propuesta por el camarada Volodarski:
Añadir la resolución del camarada Zinoviev en forma de enmienda a la resolución votada.
Rechazada.
Enmienda del camarada Fenigstein:
“Al Centro, integrado por la comisión ejecutiva y el Buró Militar”. Rechazada.
La resolución en su totalidad:
A favor -19; en contra -2; abstenciones -4.
La resolución del camarada Zinoviev:
A favor -6; en contra -15; abstenciones -3.
El Comité Central se retira para deliberar y adopta la siguiente resolución:
“El Comité central organiza el Centro Militar Revolucionario, integrado por los camaradas: Sverdlov, Stalin, Bubnov, Uritski y Dzerzhinski. Este Centro forma parte del Comité Revolucionario Soviético”.